lunes, 19 de junio de 2017

Vida familiar en Vigo

He vuelto a Vigo este fin de semana, fiel a mi principio de que no puedo estar demasiado tiempo sin echarle un ojo a los abuelos. Y el momento fue oportuno, o no, dependiendo de cómo se mire... Mi padre vuelve a estar de bajón, se había recuperado bastante desde el drama de diciembre, pero vuelve a estar en sus horas bajas. En esta ocasión, tenía motivos, porque el viernes le hicieron una punción en el pulmón para extraerle el líquido que no acaba de eliminar por si solo. Conclusión: depresión profunda y bajón físico. Supongo que se recuperará de nuevo, pero asusta pensar en cómo ha ido bajando en los dos últimos años. 

Llegué desde Zurich el sábado para comer; un fin de semana especialmente corto. Además de pasar tiempo con la familia, y escuchar todo el historial médico de los últimos tiempos (un monotema que acapara el 70% de las conversaciones de los últimos tiempos), también me vi con Ana. Fiel a nuestra relación de amor-odio que dura ya 30 años (como ella se encargó de recordarme), tuvimos tiempo para todo: discutir, sincerarnos, cenar en Albatros, con vistas a la Ría en la Estación Marítima, e ir al cine a ver Marie Curie. Todo muy intenso, como siempre.