lunes, 20 de marzo de 2017

Domingo en Bogotá

Bogotá es una ciudad enorme, extendida a lo largo de los llamados Cerros Orientales, una cadena montañosa que actúa como frontera de Sur a Norte. Entre mi hotel y el centro histórico hay 13 km (como referencia entre la Plaza de Castilla y Atocha en Madrid sólo hay 9 km) y la ciudad se extiende aún más al norte de mi hotel y más al sur del centro histórico. Pues bien, en esta enorme urbe todos los domingos ocurre una cosa fascinante y es que peatonalizan muchas de las avenidas principales y se convierten en vías de "cicloturismo", inundadas de bicis, patines, corredores y simplemente caminantes. Es todo un acontecimiento ver a tanta gente disfrutando de la ciudad.  

Yo no estoy muy deportista estos días. Los 2500m de altitud de la ciudad me fatigan un poco y he tenido que descartar, por ejemplo, correr en la cinta del gym. Así que el domingo llamé a un Uber (más seguro que el taxi) y me fui a visitar la Quinta de Bolivar, una casa-museo en la que vivió "el Libertador". No es una visita para tirar cohetes pero es una visita agradable, y permitió acercarme un poco a la historia del país. En los alrededores vi una llama y no pude evitar hacerle la foto cual turista típico. 

Tras la visita de la Quinta de Bolivar, aproveché de nuevo para callejear por la Candelaria, el barrio histórico, y explorar nuevas calles de arquitectura colonial. El ambiente de domingo, con tanta bici y paseante, me animó a bajar hasta la calle 1, una zona totalmente degradada, a pocas "cuadras" de la calle 7, en la que se ubica la Residencia del Presidente y el Congreso de Colombia. Apenas 10 minutos de paseo que separan planetas diferentes.